Las urgencias odontológicas más frecuentes en los niños están relacionadas con las infecciones y con los traumatismos. Es importante que los padres se mantengan serenos ante estas situaciones y que acudan al odontopediatra lo antes posible, ya que una atención temprana y un tratamiento acertado pueden mejorar el pronóstico del caso y evitar o minimizar complicaciones futuras.
Una de las urgencias más habituales es debido a la aparición de dolor dental, y este dolor suele estar relacionado a la presencia de caries. Debemos saber que la caries es una infección bacteriana, que si no se trata, va profundizando y destruyendo la estructura dental. Los dientes de leche tienen unas características que hacen que la caries avance más rápido que en los dientes definitivos, llegando a afectar al tejido nervioso del diente mucho más deprisa que en un adulto. Por ello si el pequeño se queja de dolor dental que se vuelve más severo en pocos días, presenta mal aliento, abceso o fiebre se deberá acudir inmediatamente al dentista para que pueda tratar la infección lo antes posible.
Por otro lado, otra de las causas de urgencia en odontopediatría es debido a un traumatismo dental. El riesgo a sufrir un traumatismo se incrementa en niños de 1 a 3 años por su falta de coordinación y entre los 8 y 12 años por la práctica de deportes de contacto. Por ello, si mi hijo acaba de sufrir un traumatismo en la boca, primero debo tranquilizarme y evaluar el estado general del niño. Si el niño no tiene complicaciones más graves que nos hagan ir de urgencia a un hospital (pérdida de conciencia, sangrado excesivo o necesidad de sutura), debo acudir rápidamente al odontopediatra para que realice el tratamiento de urgencia. Si debido al golpe, el niño ha perdido un diente de leche, no debo intentar recolocarlo en boca, ya que durante la reimplantación puedo lesionar el germen del diente permanente que se encuentra dentro del hueso. Si por el contrario el diente perdido es permanente, debo buscar el diente, cogerlo por la corona (intentando no tocar la raíz), si está sucio limpiarlo con agua y recolocarlo dentro del alveolo, manteniéndolo en su sitio haciendo que el niño muerda una servilleta o un pañuelo hasta llegar a la consulta dental. Si no puedo recolocar el diente, lo puedo guardar sumergido en leche o en suero fisiológico y acudir de inmediato al dentista para que valore su recolocación.
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